Por Guillermo Brea Zapata
Al cumplirse,
este sábado 18 de abril, 17 años del asesinato del abogado colombiano José
Eduardo Umaña Mendoza, es justo rendir honor a su memoria, recordando su valor
y sacrificio.
Los sicarios del ejército colombiano,
si bien cumplieron la orden del sanguinario jefe paramilitar Salvatore Mancuso
de masacrarle el cuerpo en su propia casa, no pudieron asesinar la intachable
ética, la indoblegable valentía, ni la inmensa solidaridad que adornaron su
vida y práctica cotidiana.
Manuel Terrero, Francisco Ramos,
Fidel Santana, Guillermo Brea Zapata, los cuatro dominicanos que estuvimos
encarcelados en Colombia desde octubre de 1992 hasta marzo de 1995, bajo la
temeraria acusación de “rebelión y menoscabo de la soberanía nacional”
conocimos al Dr. Umaña en la Cárcel Nacional Modelo de Bogotá, a mediados del
año 1993 (a la joven dominicana Germania Castillo también la encerraron, pero
en otra cárcel con expediente propio). Desde el principio nos provocó una
positiva impresión, confirmada a lo largo del proceso que bajo su tutoría duró
unos 20 meses y reconfirmada tras su asesinato el 18 de abril de 1998, cuando
pudimos entender mejor la dimensión política, profesional, jurídica y humana de
este jurista e internacionalista de nacionalidad colombiana.
Llegando a nosotros en un momento de
incertidumbre jurídica y emocional, su asesoría, como él la asumía, significó
desde el primer momento la más absoluta muestra de solidaridad militante,
transparencia, eficiencia profesional, desinterés material, y manejo ético del
proceso que se nos seguía en la justicia de jueces clandestinos o sin rostro.
Fue Eduardo Umaña mucho más que el
abogado que nos defendía gratuitamente a instancias de la Federación Latinoamericana
de Periodistas –FELAP- y la dominicana Asociación de Periodistas Profesionales
–APP-, siendo parte del cuerpo jurídico de la primera organización.
En poco tiempo este hombre recto y
gallardo conquistó nuestra confianza y se convirtió en entrañable amigo y
consejero, en estratega de aquel complejo proceso, a la vez que en animador de
las familias nuestras que con dignidad soportaron las angustias, mientras
luchaban por la libertad y el regreso sanos y salvos.
Aunque se nos comentó que nuestro
nuevo abogado defendía varios de los procesos jurídicos más difíciles en
Colombia y otros países, en principio no nos percatamos que estábamos ante un
baluarte probado en mil batallas.
Con el pasar del tiempo esa
percepción se consolidó y 17 años después estoy entendiendo y conociendo mejor
a Umaña.
Eduardo Umaña nació en el año 1947.
Tenía 51 años al momento de ser asesinado el 18 de abril de 1998. Padre de
Camilo Eduardo y Diana Marcela y el mayor de tres hermanos.
Eduardo Umaña, con el micrófono en la
mano, acompañado de los cuatros dominicanos que estuvieron presos en Colombia,
familiares e integrantes del Comité pro libertad, en el programa de Roberto
Salcedo.
Umaña era Administrador de Empresas,
experto en relaciones industriales, Doctor en Derecho y Ciencias Sociales.
Dedicó gran tiempo a la cátedra
universitaria, actividad que compartía con el ejercicio del derecho penal. Esta
era su vocación como ejercicio de defensa de los/as oprimidos/as y resistencia
al capital.
Según su compañera Patria Hernández,
se distinguía por ser “buen bailarín, detallista y cariñoso”. Puedo agregar que
era de temperamento firme, a la vez que alegre y jocoso; adicto al café y
cigarrillo.
Al pronunciar un discurso en ocasión
de bautizar el colegio distrital de la localidad colombiana de Usme y cuyo
nombre en homenaje a Umaña Mendoza fue decidido mediante votación popular, el
reputado Maestro Eduardo Umaña Luna, su padre, fallecido hace apenas cuatro o
cinco años, dijo, “…él se merece que no lo olviden porque durante su vida
nunca olvidó a nadie”. Añadiendo “Mi hijo era un hombre
emotivo, franco, bastante iluso con el país y se expuso demasiado hasta que lo
mataron”.
Como destacado penalista asumió
renombrados procesos, gran parte de los cuales contra el Estado, el
paramilitarismo y la criminal oligarquía colombiana, entre otros:
·
Encausamiento a responsables de la masacre ocurrida durante Asalto
al Palacio de Justicia en Bogotá, 1985.
·
Asesinato del líder Jorge Eliécer Gaitán en 1948.
·
Casos de masacres y violencia ejecutada por paramilitares.
·
Decenas de procesos contra sindicalistas de la Unión Sindical Obrera
(USO) de la estatal Empresa Colombiana de Petróleos –ECOPETROL-, encarcelados y
acusados de rebelión contra el Estado.
·
Juicio a 34 sindicalistas de Teléfonos de Colombia –TELECOM- apresados y
procesados por organizar un paro de labores en 1992.
·
Juicios contra la principal dirigencia de la Central General de
Trabajadores colombiana perseguidos y encerrados, quienes no asesinados, en el
período de criminalización de las protestas (gobiernos Gaviria, Samper,
Pastrana…)
·
Varios procesos jurídico-políticos contra los principales comandantes
del Ejército de Liberación Nacional –ELN-, del Ejército Popular de Liberación
–EPL-.
De igual manera el Dr. Umaña
integraba el cuerpo jurídico de la Agencia de la ONU para personas refugiadas
en Colombia –ACNUR-, el equipo jurídico de la FELAP, asesor de la asociación de
madres de desaparecidas y perseguidos políticos.
Umaña no tuvo reparos para llamar las
cosas por su nombre: calificó a los tribunales militares, a la justicia sin
rostro como agencias de impunidad, denominándolas “sin rostro de justicia”.
Culpó abiertamente y demostró en los tribunales la responsabilidad del Estado,
la oligarquía y el imperialismo norteamericano de la violencia y el
paramilitarismo en ese inmenso y gran país sudamericano.
Definiendo el papel del jurista
comprometido con su pueblo decía: “el profesional del derecho en Colombia… debe
actuar en representación de las víctimas, de sus familiares y de la sociedad
como hombres que hacen del derecho sólo un medio para realizar la justicia”.
Sus defendidos conocimos a un abogado
valiente, perspicaz, responsable, entregado y firme. No hacía concesiones y
hablaba siempre contra quienes comprometen su independencia por beneficios
particulares, denominándolos“mercenarios ideológicos”.
Esa valentía indoblegable que
caracterizó a nuestro abogado la vivimos y comprobamos a nuestro arribo al
aeropuerto Internacional de las Américas el 25 de marzo del año 1995, en cuyo
viaje de regreso nos acompañó. El DNI intentó prolongar injustificadamente los
interrogatorios y elaboración de fichas a que fuimos sometidos los cuatro
liberados y deportados, ante lo cual el Dr. Umaña protestó enérgicamente
provocando un escándalo que obligó a la inteligencia del Estado a disponer
nuestra libertad sin demoras.
En otro orden fue un activo defensor
de los derechos humanos, no obstante, su visión en este tema es igualmente
política y revolucionaria.
Para él derecho humano “es el
derecho de los pueblos a una vida digna” y sentenció “Es
imposible hacerse vigentes los derechos humanos en estructuras de opresión”.
Por eso nunca vaciló para defender a
los presos políticos en los tribunales del mundo en medio de la terrible guerra
sucia y a sabiendas de que su asesinato era cuestión de tiempo.
Estando en la cárcel sus defendidos
siempre solíamos decirle: –Dr. Cuídese. A lo que respondía: –“Gracias
por la preocupación, pero no les prometo cuidarme, de nada vale en este país”.
Nunca vaciló en decir la verdad, ya
en el año 1987 presentó una ponencia en la que demostraba la estructuración de
los paramilitares y la responsabilidad del Estado colombiano.
Se ha podido comprobar la existencia
de un rosario de fichas abiertas por los organismos de seguridad de Colombia de
este baluarte insobornable e indoblegable, acusándolo de los más disímiles
cargos:
·
1966: fichado como agitador estudiantil del movimiento camilista del
Partido Comunista de Colombia y Juventud Camilista. Apenas tenía 20 años.
·
1968: Aparece como organizador de la marcha a pie hacia la Plaza Bolívar
en Santa fe de Bogotá.
·
Ese mismo año lo colocan como integrante del FES, según la policía una
fachada del PCC para hacer campañas de agitación.
·
1969: Uno de los responsables del saboteo estudiantil por la llegada del
Señor Rockefeller a Colombia.
·
1971: Miembro de la red urbana del ELN.
·
1978: Hijo del profesor universitario izquierdista de la línea de Pekín,
Eduardo Umaña Luna.
Aunque en años recientes Mancuso, el
paramilitar deportado y supuestamente encarcelado en Estados Unidos, reconoció
tranquilamente su participación en este hecho decidido en las cúpulas más altas
del poder, el crimen permanece impune.
Parte de la estatura político-social,
profesional y humana de Umaña se refleja en la cantidad de homenajes que le han
sido rendidos a lo largo de estos años.
Entre muchas otras actividades
conmemorativas en su honor puedo mencionar proyección de vídeos, circulación
del libro “Las Altisonancias del Silencio” escrito por su hijo y prólogo de
Adolfo Pérez Esquivel, premio Nóbel de la paz, 1980.
También presentación de grupos
populares, teatro, mesas, conferencias y conversatorios acerca de su
pensamiento político, jurídico y social en la Universidad del Valle,
Universidad Nacional, en la Universidad Distrital, Universidad Pedagógica
Nacional, en la emblemática Plaza Bolívar, en la Plaza y Colegio Eduardo Umaña
en Bogotá, entre otros.
En nuestro país desde hace varios
años fue designado con el nombre Eduardo Umaña Mendoza el edificio que aloja la
oficina jurídica del compañero Ramón Almánzar (Almánzar, Cantisano y
Asociados), ubicada en la calle Lea de Castro No. 7. , y aun es tiempo de
rendir otros homenajes a nuestro inolvidable abogado, compañero y amigo, quien
siempre vivió como predicaba porque para él: “ES MEJOR MORIR POR ALGO…
QUE VIVIR POR NADA”
Versos escritos por Camilito, hijo de
Umaña:
Los noventas huelen a humo de
silenciador. Silenciador de bala, de calle, de pasamontañas, de orejas,
sentidos, ojos, de niños y ancianos.
Los dos mil, saben salado lágrima,
cansado desplazado, dormido conciencia.
Diez años con humos que obscurecen
los horizontes y sinsabores que apestan las voces. Diez años de nuevos viejos
caminos a los olvidos. Nuevo siglo que no es el mismo pero es igual; nuevo
siglo con más cruces, más agonías.
Diez razones que son más de mil
siendo sólo tres: verdad, memoria, justicia.
A ustedes todos, hago de sonido, de
garganta, de músculo, de espíritu y cuerpo; a ustedes todos lo que no les puedo
contar porque el sentimiento desborda la letra; a ustedes todos, a su
consideración, en su consideración, una invitación a un instante de memoria, a
un repudio a la muerte, a un homenaje a la vida.
UN MOMENTO CON JOSÉ EDUARDO UMAÑA
MENDOZA DESPUÉS DE DIEZ AÑOS SIN ÉL!
Camilo Eduardo Umaña Hernández (hijo)
Camilo Eduardo Umaña Hernández (hijo)
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