El poder hegemónico ofende y amenaza - conviterd

martes, 28 de abril de 2015

El poder hegemónico ofende y amenaza


Lilliam Oviedo

Para invadir a República Dominicana hace 50 años, el pretexto inicial fue preservar la vida y las propiedades de los estadounidenses residentes aquí. Luego, el Gobierno de Estados Unidos dijo que actuaba ante el peligro de que ese movimiento fuera tomado por los comunistas. Hoy, para actuar contra Venezuela, el pretexto es la necesidad de preservar la democracia y fomentar la reconciliación. Una ofensa, una herida y una grosera amenaza. Ahí están los elementos para definir el imperialismo.
Horas después de ser juramentado el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó como presidente constitucional de la República, el 4 de mayo de 1965, las agencias noticiosas comenzaron a difundir una lista de “54 agentes del comunismo”.
En abril de 1965, cientos de marines entraron a Santo Domingo por orden del presidente de Estados Unidos, Lyndon B. Johnson. El 2 de mayo, Johnson declaró que “conspiradores comunistas” se habían adueñado del movimiento constitucionalista que buscaba restituir al presidente constitucional Juan Bosch, derrocado en septiembre de 1963, y apuntó: “Debemos usar todos los recursos de que disponemos para impedir el establecimiento de otra Cuba en este hemisferio". Ya para ese momento había más de 20 mil soldados yanquis en Santo Domingo y en las semanas siguientes la cifra superó los 42 mil.
Estos detalles deben estar presentes en toda crónica sobre la gesta de abril y en todo ensayo sobre una de las más grotescas acciones de intervención de Estados Unidos en el siglo pasado: la invasión a República Dominicana en 1965.
El 30 de abril, el secretario de Defensa, Robert McNamara, y el jefe de Estado Mayor Conjunto general Earl Wheeler, enviaron al general Bruce Palmer Junior con el encargo de Johnson de no permitir otra Cuba en el Caribe. Palmer comandaba el 18º Cuerpo Aerotransportado del Ejército, el cual estaba compuesto por las divisiones 82ª y 101ª, que fueron destinadas a ejecutar las tareas de la llamada Operación Power Pack.
La ocupación convirtió en guerra patria el conflicto entre constitucionalistas y golpistas e impidió el retorno a la constitucionalidad, revirtiendo importantes conquistas democráticas.

El sistema electoral quedaría viciado, en una primera etapa por la intervención de la fuerza militar, convertida en brazo armado de los sectores más recalcitrantes (en las elecciones de 1966, con los ocupantes aquí, fue impuesta la victoria de Joaquín Balaguer), y luego por la prostitución del voto, que ha fomentado un sistema de partidos dirigido por agentes del autoritarismo y mercenarios politiqueros.
EXCUSAS Y PRETEXTOS
En República Dominicana, los invasores presentaron una lista de 54 comunistas. 24 años después, ocuparon Panamá y el pretexto para la sangrienta acción fue la necesidad de detener a Manuel Antonio Noriega. 

Es muy viejo y manoseado el pretexto que Estados Unidos utiliza hoy para actuar contra Venezuela.
En la República Dominicana de 1965, oficiales de alta graduación como Elías Wessin y Wessin y Pedro Bartolomé Benoit Vanderhorst pidieron la ocupación. 

Hoy, producen indignación y asco los llamados de los políticos de derecha en Venezuela demandando apoyo para la acción contra su país. En Miami y en Caracas, la ultraderecha ha hecho campañas de apoyo a las medidas y pide a Obama ser más drástico contra el gobierno de Nicolás Maduro.
¿No es notorio, acaso, que hoy el poder estadounidense utiliza los recursos de que dispone contra procesos de carácter socialista como el de Venezuela?
¿Se puede hablar de buenas intenciones hacia la Revolución Cubana? Tiene razón el analista estadounidense Noam Chomsky cuando atribuye el cambio de política hacia Cuba a que, en la actual coyuntura, Washington se aislaba progresivamente por persistir en su viejo enfoque.

La prepotencia imperialista se siente incluso en el tono de las excusas. Al anunciar la intención de sacar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo que elabora anualmente, el Departamento de Estado, el alegato de la Casa Blanca es que "el Gobierno de Cuba no ha dado ningún tipo de apoyo al terrorismo internacional en los últimos seis meses" y "ha garantizado que no apoyará actos internacionales de terrorismo en un futuro".

No reconoce (sería un buen comienzo si lo hiciera) que es ridículo que en esa lista siga apareciendo el país que fue sede de la reunión de la Comisión de Estados Latinoamericanos y del Caribe 2014 (cita en la cual Latinoamérica fue declarada Zona de Paz), y es asiento de los diálogos dirigidos a poner fin al conflicto armado en Colombia.

La persistencia en sancionar a Venezuela acentúa las dudas sobre la autenticidad de la apertura hacia Cuba.
El motivo que señala Chomsky en el caso de Cuba, generó también una rectificación a medias en la postura hacia Venezuela.

Barack Obama, poco antes de la reciente Cumbre de las Américas, dijo que no considera a Venezuela una amenaza para Estados Unidos, y que en la Orden Ejecutiva S2142, que congela fondos e impide la entrada a Estados Unidos de varios funcionarios venezolanos, se le llamó así, porque la Ley para la Defensa de los Derechos Humanos y la Sociedad Civil en Venezuela 2014, promulgada en Estados Unidos en diciembre, le exige, para imponer cualquier sanción, hacer uso de los poderes que le otorga la Ley de Poderes Económicos en caso de Emergencia Internacional (IEEPA, por sus siglas en inglés).

Días antes, el representante interino ante la OEA se había expresado en ese sentido. Michael J. Fitzpatrick, el 19 de marzo, dijo que desde la introducción de la IEEPA, hace casi 40 años “hemos declarado decenas de emergencias nacionales similares —usando este mismo lenguaje— en el marco de desafíos que van desde el debilitamiento de las instituciones y procesos democráticos en Bielorrusia y Zimbabue hasta el narcotráfico en Colombia y México. Estos hallazgos no representaron un “preludio a una invasión”, como se ha erróneamente alegado…”.

Es tan difícil disfrazar la amenaza imperialista, que Obama y sus diplomáticos fracasan en el intento.
¿CON QUÉ DERECHO USA RECLAMA OBEDIENCIA?
En la Cumbre de las Américas realizada en Panamá hace 15 días, Barack Obama, en respuesta al reclamo de respeto a la soberanía de nuestros pueblos expresado por el presidente de Ecuador, Rafael Correa, dijo que si en el pasado Estados Unidos tuvo una actitud interventora, hoy se pronuncia y toma acciones solo porque considera que es lo correcto.

¿Es correcto, en la concepción de Obama, que Estados Unidos tome partido por la ultraderecha venezolana reclamando que se le permita desmontar el gobierno legal y legítimamente constituido? 
¿Es correcto que mantenga la misma postura de colaboración y apoyo hacia los grupos de ultraderecha que conspiran dentro de Cuba?
¿En qué instancia global será condenado el gobierno de Estados Unidos por las masacres en Irak y Afganistán, por su apoyo a Israel o por sus sangrientas acciones en Siria, Libia o Pakistán? ¿En qué instancia será sancionada la brutalidad policial manifiesta en las acciones de represión contra quienes protestan en las calles en Ferguson y Baltimore? ¿Cuáles sanciones le serán impuestas utilizar la tortura como recurso en la mal llamada lucha contra el terrorismo? ¿Cómo reparará al mundo el poder estadounidense el daño que le ha hecho al entrenar y armar a los dirigentes de organizaciones terroristas como el Estado Islámico?
Cuba sale de la lista de países que apoyan el terrorismo, y esto es un triunfo de su pueblo y de sus dirigentes, pero la celebración hay que acompañarla con la demanda de que Estados Unidos no imponga al resto del mundo las listas que elaboran sus organismos de gobierno.


El poder estadounidense legisla para el resto del mundo porque el orden mundial vigente sigue siendo vertical.
Hace 50 años, pudo invadir a Santo Domingo, y hoy pretende frustrar la construcción de la Patria Grande. El poder hegemónico se propone eternizar el atraso político, porque se sirve de él… Es deber de todos los hombres y mujeres conscientes luchar para frustrar ese infame proyecto.

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