Lilliam
Oviedo
El
hostigamiento de los sectores burgueses a los gobiernos de Venezuela y Ecuador,
es creciente. Con la guerra económica, fomentan la
manipulación politiquera. La táctica del golpe suave se enmarca en el propósito
estratégico de revertir el avance político en América Latina y el Caribe.
Los gobiernos de Bolivia, Nicaragua y El Salvador también son hostigados, pero, por la influencia política en la región de Venezuela y Ecuador, la derecha y la ultraderecha atacan en mayor medida a sus respectivos gobiernos.
El protagonismo de Rafael Correa en el escenario continental,
acentúa la hostilidad en su contra. La oligarquía ecuatoriana y el poder
imperialista no toleran la persistencia del equipo que encabeza en aplicar una
política exterior independiente y no cargar sobre los hombros de las mayorías
el peso de la crisis.
En Ecuador, como en Venezuela, la derecha trata de imprimir contundencia a su acción desestabilizadora.
Es muy cierta la reciente denuncia del presidente Correa: los oligarcas hostigan a la Revolución Ciudadana porque los ha obligado a reconocer derechos laborales al jornalero agrícola, les impide mantener en condición de esclavas o semiesclavas a las trabajadoras doméstica y les impone el deber de formalizar contratos para utilizar fuerza de trabajo en el sector Servicios.
¡Abominable el propósito de los grupos que intentan derrocar a
Correa en Ecuador y a Nicolás Maduro en Venezuela!
DERECHA
Y ULTRADERECHA DE LA MANO
La
diferencia de criterios en torno a la política hacia Cuba entre los grupos más
conservadores de Estados Unidos y los estrategas que, como el presidente Barack
Obama, entienden que el viejo esquema fracasó, ha generado conflictos, pero no
por ello la derecha y la ultraderecha han dejado de actuar en conjunto en la
tarea de conspirar contra el cambio político.
La fuerza de esa alianza ha retrasado la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Sacar a Cuba de la lista de los países patrocinadores del terrorismo (una lista en la cual no figuran en primer lugar las siglas USA porque, como supremo acto de arrogancia, la elabora el Departamento de Estado), es un paso formal en la reapertura de relaciones, pero los organismos oficiales de Estados Unidos no abandonan los proyectos concebidos en el ambiente político creado desde enero de 1959.
El Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó en la primera quincena de este mes un proyecto de ley que permitiría compartir, entre la Fundación Nacional para la Democracia, el Departamento de Estado y la Agencia para el Desarrollo Internacional, unos 30 millones de fondos para la "democracia" en Cuba. Además, solicitó que las subvenciones superiores a un millón de dólares, en un período de 12 meses, sean adjudicadas solamente a organizaciones con experiencia “en la promoción de la democracia dentro de Cuba".
Se conviertan o no en leyes, estas propuestas existen, y tienen como marco el bloqueo económico y la presión política.
Ya estaban en curso las conversaciones de alto nivel cuando el propio presidente Barack Obama elogió en un acto público a las Damas de Blanco y compartió con dos de sus representantes que viajaron a Estados Unidos con financiamiento procedente de allá mismo.
La conspiración contra Cuba toma otra forma, pero no cesa.
Aunque no siempre se torna evidente, está conectada con el asedio a Venezuela y Ecuador, tiene el mismo origen, está motivada por las mismas razones y forma parte del proyecto de criminalizar la lucha por la soberanía.
SE
IMPONE PROFUNDIZAR LOS CAMBIOS
Solo el
impulso a la construcción de la Patria Grande puede detener la acción golpista
en Ecuador y en Venezuela.
Eran de ultraderecha los estrategas que elaboraron las líneas maestras de la política de Estados Unidos hacia América Latina entre los años 1980 y 2000. Hay que citar, por ejemplo a Francis Bouchey, Roger Fontaine, David C. Jordan y Gordon Summeer, civiles los tres primeros y militar el último, quienes, desde la Heritage Foundation y el Grupo Santa Fe, elaboraron pautas.
Muchos de esos lineamientos, entre ellos la práctica del “golpe suave” siguen vigentes. Y esto es debido a que persiste el objetivo esencial, que es apuntalar el dominio de Estados Unidos sobre América Latina.
Preservar los procesos de avance político, es esencial.
Lejos de ceder a sus exigencias de revertir las conquistas sociales, se impone, pues profundizar los cambios.
El fortalecimiento institucional de los procesos en Venezuela y Ecuador implica desmontar, con la participación del pueblo, los focos de corrupción que persisten; fortalecer los liderazgos reconocidos como tales y hacer de los nuevos líderes entes capaces de preservar lo que se construye.
La guerra económica, que ha creado situaciones de escasez y carestía, va dirigida a destruir la base popular y a restar apoyo en las capas medias de la población a los gobiernos. Es preciso, pues, alimentar los niveles de organización y tratar como emigrantes por razones económicos a quienes abandonen sus países, creando canales de comunicación, protección y solidaridad que contribuyan a mantener el vínculo social y a no convertirlos en exiliados.
Hay que felicitar la iniciativa de Rafael Correa en ese sentido, y hacer efectivas las facilidades creadas por UNASUR para el visado de trabajo en toda Suramérica.
Con estas facilidades, además de combatir el golpismo en Ecuador y en Venezuela, se contribuye a desmontar la vigencia del enfoque ultraderechista (asumido también por la derecha) en materia de migración. Tiene razón Rafael Correa cuando señala que ningún ser humano es ilegal.
El fortalecimiento de organismos regionales como la UNASUR y la CELAC, es de vital importancia para coordinar acciones contra el saqueo y contra el golpismo.
Se impone la solidaridad militante para impedir que los sectores más recalcitrantes impulsen proyectos macabros como el magnicidio y el golpe con falso sello institucional, como hicieron en años recientes en Paraguay y en Honduras.
A las oligarquías nacionales y al imperio que las sustenta, no se les puede hacer concesiones. Son sectores saqueadores y, en esencia, criminales.
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