El contenido del cuarto discurso de rendición de cuentas de Danilo Medina ante la Asamblea Nacional, se diferencia de los anteriores solo en el énfasis en las promesas. En años anteriores había presentado veladas piezas de campaña, pero ahora, cuando ya es candidato, dedicó más tiempo a las promesas y dirigió elogios a funcionarios llamados a desempeñar un papel protagónico en el último tramo de la campaña electoral.
Dirigió un elogio a Mayra Jiménez, directora de Banca Solidaria, igual que a Gonzalo Castillo, ministro de Obras Públicas. El optimismo con que habló del turismo, constituye un reconocimiento a Francisco Javier García, quien además de ser ministro es el coordinador de la campaña reeleccionista.
No podía dejar de mencionar, incluso por compromiso social y por recomendación de sus asesores de imagen, a su esposa, Cándida Montilla, a quien se refirió en los mismos términos en que sus antecesores se han referido a la primera dama, figura que responde a un anacrónico criterio, pero que a nivel internacional se mantiene como tal.
Es preciso destacar la mención a la vicepresidenta Margarita Cedeño, quien encarna el vínculo evidente entre Danilo Medina y Leonel Fernández.
“Se equivocaron”, sentenció Danilo Medina al referirse a quienes consideraron que el gobierno encabezado formalmente por él no realizaría grandes transformaciones. Y se ocupó de señalar que no llegó al gobierno a gestionar lo que existía.
Y comenzó a presentar cifras, manipuladas algunas y descontextualizadas otras, pero cifras al fin. En el discurso de lanzamiento de su campaña el pasado 31 de enero, dijo que 780 mil personas superaron la pobreza, y ahora dijo que más de 950 mil.
¿Solo por Margarita?
Margarita Cedeño es la encarnación de un vínculo, porque al escogerla como compañera de boleta Danilo Medina cumplió un compromiso con un sector al cual todavía está atado.
Margarita Cedeño no es solo la esposa de Leonel Fernández, presidente del Partido de la Liberación Dominicana, jefe del sistema político electorero (controla los mecanismos electorales), y servidor de primera línea para la clase dominante, es también la garante de los intereses del poderoso dirigente y coordinadora de actividades fundamentales para su proyecto político.
Eso explica no solo la mención en el discurso pronunciado en el reciente acto de rendición de cuentas y en los anteriores, sino también la inclusión de su nombre primero entre las figuras presidenciables y luego entre las opciones para completar la boleta o para ocupar un puesto que consolide el control de ese grupo sobre un área importante de la economía o de la política.
El programa Solidaridad, que dirige Margarita Cedeño, es un proyecto conjunto para el manejo de recursos y el activismo politiquero. Por eso, en el reciente discurso de rendición de cuentas, como en los anteriores, Danilo Medina ha destacado la eficiencia de la vicepresidenta, “su trabajo incansable” (discurso 2013); “el gran esfuerzo” (discurso 2015).
Con rostro grave a veces y con sonrisa dibujada otras veces, Leonel Fernández ha brindado a Danilo Medina el nivel de apoyo que las circunstancias han marcado, porque Danilo Medina también ha cumplido sus compromisos con él.
El trabajo sucio, de una y otra parte, no es un fenómeno que pueda sorprender. Las pugnas por el acceso a fuentes de recursos y por la preferencia de los más influyentes sectores de la clase dominante, los separan, pero los une el pacto de clase.
No es casual que, en su discurso a los cien días del inicio de su gobierno, Danilo Medina se pronunciara por la impunidad.
“Les pido que miremos al futuro con esperanza y al presente sin revanchismo. No perdamos el tiempo en lanzar piedras hacia atrás. Transformemos esas piedras en ladrillos, para, con ellas, construir un gran futuro para nuestro pueblo”, dijo como respuesta a la creciente demanda de que sean procesados Leonel Fernández y los integrantes de su equipo de gobierno responsables del saqueo al erario durante el período 2008-2012.
Derechos y transparencia
Al hablar de transparencia y de pulcritud en el manejo de los recursos, Danilo Medina convierte en dudoso todo cuando dice.
Su compromiso con la impunidad es, obviamente, ineludible.
Claro, con la impunidad del saqueo al Estado y de los desmanes que cometen las grandes corporaciones.
No menciona el nombre del senador Félix Bautista y no se atreve siquiera a cuestionar su repostulación, porque está obligado a contribuir con Leonel Fernández en la preservación de su equipo de activismo politiquero.
Si hay cifras sobre la economía dominicana avaladas por organismos internacionales, también tiene proyección internacional el nivel de corrupción ejercido con el protagonismo de Félix Bautista y el aval de Leonel Fernández; pero de eso no habla el presidente, por razones bien conocidas.
Por recomendación de sus asesores, trató por separado el tema de la seguridad ciudadana y el de la situación de la juventud.
Así, fue cómodo hablar de becas y de otros programas sin necesidad de mencionar el alto nivel de corrupción que persiste en la cúpula policial y en sus estructuras medias, y sin necesidad de explicar por qué, dentro de sus planes de transformación, no está la eliminación de la política de exterminio en los sectores populares.
En el año 2013, hubo más de 200 “intercambios de disparos” y las cifras posteriores no son mejores. Más importante aún, la práctica no ha sido descontinuada. Sobre la justicia en los crímenes cometidos, es algo que no se puede mencionar, porque el Estado no sancionaría a sus funcionarios o exfuncionarios por la ejecución de una política trazada desde sus organismos directores.
El control que ejerce el gobierno sobre los principales medios, el desbande y la podredumbre en la oposición electoral y el descaro heredado de sus antecesores, le permite hablar de transparencia sin referirse a los casos de corrupción que se han convertido en escándalo en los últimos meses.
En ese marco, el caso de Bahía de las Águilas, lo convierte en pieza de espectáculo al final de su pronunciamiento, pero no anuncia procesamiento, con el Estado como querellante, contra quienes han incurrido en el delito de estafa contra este pueblo.
Como heredero de Joaquín Balaguer y protegido de Leonel Fernández (aunque la protección le sea brindada a regañadientes por este último), desacata la orden de rendir cuentas a este pueblo.
El discurso, más que un acto de rendición de cuentas, fue un intento de justificar sus vínculos con el poder, ocultar la continuidad de las más perversas formas de corrupción, impunidad y abuso, y preservar el éxito del montaje electoral… De un politiquero hablamos… Y, por supuesto, de un beneficiario del pacto de impunidad.
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