¿Que cuál es el balance del gobierno de Danilo Medina, al arribar a sus
tres años y estando a unos 11 meses de las próximas elecciones? El mismo que
tenía a los tres días de instaurado y el mismo que tendrá dentro de tres años,
dentro tres décadas y dentro de tres siglos, si siempre encuentra el
equivalente a la cantidad de millones del erario -y a la cantidad de sobornos
para pagar adherencias- que gastó para comprarse la presidencia y para
comprarse la reelección.
Con esos fines, también necesitará encontrar siempre un país exánime,
que sumergido en la ignorancia y la pobreza -incluyendo a la parte imbuida en
la pequeña felicidad del consumo excesivo de banalidades y tiestos- no tiene
con qué defenderse de sus asaltantes y, en gran medida, está domesticado
para aceptar gobiernos inmundos, roñosos, presididos por lúmpenes, incapaces de
resolver un solo problema y cuyo insolente desempeño público, no disimula la
rampante y ramplona corrupción que lo contamina todo.
Tres años mas tarde del “nuevo gobierno” tenemos intacto lo más
repugnante de los gobiernos de Leonel, esa horrible, cochambrosa e infecta
casta pseudo dictatorial, obscenamente enriquecida, integrada por saqueadores
entronizados en un poder ilegítimo y cuyas ejecuciones transgreden con absoluto
desparpajo las leyes, los reglamentos y la propia finalidad del gobierno y sus
dependencias.
El tercer aniversario del actual gobierno, encuentra al Presidente con
su muy pulida fachada de mosquita muerta, que comercializa la gran virtud de
hacer “apariciones” (como si fuera La Virgen) y monta su número de circo,
saltando charquitos ante los flashes, pero protagonizando a plena luz del día y
también en medio de las tinieblas -la de los apagones y la que acompaña a los
negocios subrepticios- un aquelarre repugnante y desenfrenado de corrupción
estruendosa, que no pueden ignorar ni los más incondicionales, porque cuando se
pretende obviarlo, enciendes la televisión y te encuentras con los embajadores
nombrados allende los mares, fungiendo de bocinas en el patio, para empezar.
El cumpleaños encuentra a Danilo metido hasta la coronilla en los
pantanales -con las sobre valuaciones incluidas- de las plantas de carbón; en
la falta de transparencia y en las asignaciones fraudulentas de la Odebrecht;
en el atentado, estremecedor e imperdonable contra Loma Miranda -episodio que,
como ningún otro, retrata a Medina con todas sus sobrecogedoras pústulas- y en
la compra del beneplácito de los legisladores, la mayoría de ellos, muy
notables, por la estolidez que desbordan, el carácter abusivo, la insaciable
voracidad caníbal, por actuar una y otra vez en contra de los intereses del
país y por abochornar no a los dominicanos, sino a la especie humana, cuando
abren la boca.
Estos tres años tienen dos enormes cerezas decorando el pastel: la
continuidad del robo desenfrenado y la negación de la nacionalidad dominicana a
personas nacidas en territorio dominicano, lo que es injusto, ridículo,
contraproducente y disminuye los derechos de todos, permitiendo que el gobierno
se ensañe, dejando absolutamente vulnerables a una parte de la población bajo
su responsabilidad.
El tal “Querido”, y Sonia Mateo, ese espanto flatulento a la
que han puesto de “senadora” por Dajabón, son dos inmejorables ejemplos de la
mafia politiquera soez y pervertida, que a voz de cuello reclama los trozos de
un país, en pago por sus proselitismos a favor de un partido, que es una
corporación mafiosa a la clara, sin necesidad de esconderse, porque no hay
ninguna justicia a la qué temer, ni de la que esperar que retorne a sus dueños,
las sustracciones de las que esos dueños han sido objeto. Y eso, por no
mencionar, entre otros, al enrolexado Abel Martínez, que ha evolucionado hasta
convertirse en Ken, el novio de La Barbie, con toda su dominicanidad de
carterista visionario.
El tercer aniversario, encuentra a Don Danilo orquestando lo que está ya
en agenda para cuando pasen las elecciones: un nuevo aumento de impuestos
para mantener a los potentados “Made in PLD” a los del anillo nuevo y a los del
viejo y al medio millón de botellas.
Este cumpleaños ha hallado a Medina con las manos en la masa de los
cuartos que cada semana el gobierno le roba -sin eructar- a la población, por
el asalto en los precios del combustible, que no es un asalto de un solo tipo,
sino por lo menos una docena de asaltos con diferentes nombres, protagonizados
solo en ese renglón, aparte de la transgresión de las normas establecidas por
el propio gobierno, para disponer los precios.
En lo que el natalicio no ha encontrado al gobierno, es aplicando algún
programa sistemático y serio de manejo de catástrofes ante la sequía, ni
cuidando las fuentes de agua, el cauce de los ríos y los bosques; sino
aplicando la infalible estrategia de las cadenas de oración, para llenar las
presas y rogando a Dios por un huracán, aunque perezca medio país con las
inundaciones.
Esta festividad la estamos celebrando sobre las carreteras de uno de los
países con más alto índice de accidentes de tránsito en el mundo y con uno de
los sistemas de transporte más estúpidos e ineficientes del planeta, que cuando
toma alguna iniciativa para colectivizar el transporte, lo hace sin
planificación integral, sin definir eficientemente las prioridades y robando de
tal forma, que Leonel (o su equivalente) puede hasta parir rascacielos,
llamados “Metricos”.
La conmemoración debe un certificado de reconocimiento por la prolongada
inseguridad, que nos hace pensar ochenta veces antes de sacar las narices de
nuestras casas y por mantenernos con igual incertidumbre, aunque no salgamos
para ningún sitio; mientras se aplauden las ejecuciones extra judiciales,
aunque estas no contrarresten la delincuencia, sino que la acentúan, porque
desde las instancias del poder y los organismos guardianes del “orden”, se
propaga y prestigia la irrelevancia -e impunidad- de cualquier crimen.
Además, hay que entregarle un trofeo, por la epidemia de homicidios y de
feminicidios que al parecer, no se considera un problema que atañe al gobierno
y al Presidente, más que para teatrerismos macilentos.
Es indispensable entregar un gran trofeo (yo diría que del triple del
tamaño del obelisco) por la incapacidad de desarrollar una política pública de
control de natalidad y de educación sexual (para bregar con las hordas de
adolescentes embarazadas y las hordas de muchachos iniciando su vida sexual,
sin ninguna información fidedigna) y manteniendo al Cardenal como la voz
cantante en todo asunto que involucre los órganos sexuales de la gente -entre
una multitud de otras funciones- a pesar de que se supone que esta autoridad solo
emplea los órganos sexuales suyos para comer, orinar y cagar.
Aquí tenemos a Don Danilo con una corte de tamboreros, güireros,
merengueros, bachateros, dembowseros, cantantes, músicos buenos y malos (sobre
todo malos) berreadores, soneros, bailarines, pintores, artesanos, escultores,
“divas” con pantalones chicles, o mejor aún, sin ropa, para resultar más
convincentes en la promoción del Mesías; todos, guindando del gobierno,
reducidos a bufones menesterosos, que tienen que corearle al “Ministro” intermediario,
para que le entreguen sus sinecuras, en unos casos, completamente
injustificadas, en otros, con una inequidad indigna y vergonzosa; en todos, sin
institucionalidad y sometiendo a los artistas a la práctica del ruego y del
tráfico de influencias, para que agradezcan como favor -y frecuentemente como
migaja- lo que se les debe como derecho y lo que se les quita, con el monopolio
de una cultura secuestrada, igual que la prensa, donde hay muy pocos Cristos,
sin su correspondientes talegos de 30 monedas.
Ahí está él, con su cara de pendejo, pero con los dientes de un tiburón,
reinando sobre un sistema completo de pensiones irregulares, unas
exhorbitantes, a veces duplicadas y triplicadas, a veces paralelas a “empleos”
vigentes; otras asignadas a quienes jamás han dado un golpe, muchas de miseria
-o inexistentes- para quienes han trabajado cortando caña o en el magisterio.
El aniversario lo encuentra encabezando el sabotaje a la producción
nacional, para conceder irregularmente permisos de importación, que enriquezcan
a los compañeritos del “partido” -partido del que hace tiempo se habla en
singular, como el único- y en prácticas de competencia desleal, apadrinadas
desde el Palacio Nacional.
El cumpleaños feliz haya al flamante Presidente, al frente de un país
con una Junta Central Electoral sin una mota de credibilidad, en manos de un
Carajo petulante, prepotente, que actúa como si aquello fuera su feudo y
que incurre en extremos como el de no reconocer a Alianza País, el partido que
tiene por candidato a Guillermo Moreno, que ha cumplido con todos los
requisitos para ser reconocido.
¿Y saben lo que eso significa? Que quien preside el organismo de
arbitraje electoral del país no se molesta, mínimamente, en simular
alguna imparcialidad, ni en exhibir alguna aptitud para sus funciones.
Significa que ese tipo es un rastrero, un tíguere sin sentido de
responsabilidad, que no tiene ninguna conciencia sobre su investidura, ni
ningún respeto por el pueblo al que tiene que decirle quién gana las
elecciones.
A estas alturas, el Presidente está en la cúspide de un país sin
arbitraje no solo a lo interno, sino que además ha conseguido desvincularse
parcialmente del arbitraje externo, que jamás ha sido todo lo puntual,
desinteresado y justiciero que es necesario, pero que al menos proporcionaba
una etérea posibilidad de intersección, en caso de que la totalidad, o una
parte, de los habitantes de un país, consideraran violados ciertos derechos
básicos previamente acordadas.
A Danilo se le han cumplido los tres años, con una deuda que quita el
hipo y que tendrá consecuencias dramáticas. Es el Presidente que más se ha
endeudado, y más temerariamente, en menor tiempo. Y el año que falta para
lo que él espera que sea un triunfo fulgurante y glorioso, no se caracterizará
por el ahorro, sino por la dilapidación enloquecida, tal como hicieron en la
campaña pasada y cuyos despelotes estamos pagando todos.
A sus tres años, los hospitales son un desastre que parecen los propios
de una guerra y lo único visible que han generado algunos dramas espantosos,
como la muerte de los 9 niños en una maternidad, son bullosas cancelaciones con
naturaleza de show y páginas y páginas de declaraciones altisonantes ahogadas
en la más evidente babosería.
El cumpleaños ha agarrado al Presidente gastando el dinero del 4% para
la educación, sin transparencia, con un desorden infernal y con un orden de
prioridades mal establecido, propiciando la dilapidación y el robo y
asqueroseando la que probablemente es la mayor y más noble de las
reivindicaciones sociales ganadas a pulso, por lo mejor de la sociedad
dominicana, en las últimas décadas.
Estos tres años tienen dos enormes cerezas decorando el pastel: la
continuidad del robo desenfrenado y la negación de la nacionalidad dominicana a
personas nacidas en territorio dominicano, lo que es injusto, ridículo,
contraproducente y disminuye los derechos de todos, permitiendo que el gobierno
se ensañe, dejando absolutamente vulnerables a una parte de la población bajo
su responsabilidad.
Que a nadie se le ocurra soplar las velitas, porque, encima, con la
sempiterna crisis eléctrica, la oscuridad seria total, a menos que exploten las
cuchucientas mil estaciones de gas propano que han regado por todas partes, con
los controles que todos estamos en perfecta condición de describir, sin verlos.
http://acento.com.do/
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