José López
El periodista sin que nadie
se lo pida se convierte en un representante
y vocero de la comunidad .Asume grado de institución y la gente cifra
esperanza en ellos.
De esta razón parto para
escribir la siguientes líneas reflexivas.
El periodismo para algunos
representa una profesión, para otros un
oficio, mientras que para alguien puede alcanzar el grado de sacerdocio.
¿Quien ha decidido que usted
como comunicador represente a una comunidad?.
¿Quién ha decidido que usted
pueda vivir de esta profesión?.
¿Quién le dijo a usted que
haga de esta actividad un sacerdocio?.
Ha sido usted quien ha
decidido caminar el filo de una navaja,
por necesidad o convicción.
Esta profesión le da a usted
la prerrogativa de cuestionar, indagar, juzgar, investigar e inclusive
especular sobre hechos y acontecimientos relevantes de la dimensión pública.
En países de una fuerte democracia la prensa juega un
papel en primer orden dando a conocer acontecimientos insospechables para el
pueblo; Investigaciones de profundidad ponen en evidencia el accionar
institucional y particular de los funcionarios y servidores públicos.
La prensa en toda su
historia ha puesto a funcionarios en el banquillo de los acusados, ha desatado
innumerables escándalos y enviado a muchos a pulgar años de cárcel.
Ahora bien, si el
profesional de la comunicación y su
medio pueden cuestionar el accionar público, inclusive la vida privada de los
famosos, de las crónicas del arte, el deporte, el cine y demás aéreas del
entretenimiento.
¿No podrá de igual manera
ser cuestionado el accionar del
comunicador?
.
¿Acaso esa profesión le da
grado de intocable?.
El oficio de comunicar
también ha de ser permanentemente cuestionado; Pues ha sido la propia
comunicación en su profesionalización quien ha hecho suya un código ético por el
cual dirigir el comportamiento.
El comunicador trabaja sobre
la información, y pone en manos de un público que juzga. Un público consiente
puede juzgar también los elementos contaminantes, los punto de vista
particulares, y los intereses en juego.
El periodista también debe
caminar sobre la navaja, experimentar la sensación de sentir la caída sobre su
filo; Lo cual le ayudará en la agudización de los sentidos.
El periodista jamás ha sido
un elemento pasivo, es ojo y oído de la comunidad globalizada que reclama cada
vez más certeza, agudeza, depuración y
sentido crítico.
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