Humberto Salazar
Mientras más ahondamos nuestra
investigación de la carrera como mercadólogos de Joao Santana, mas vasos
comunicantes salen a relucir en un complicado entramado de manipulación de
masas, negocios particulares, representación de empresas multimillonarias y filiales
como Polis-Caribe, que se sospecha solo sirve para triangular transacciones
comerciales.
Todo esto salpicado con relaciones
personales al más alto nivel político en varios países de América Latina y
África, con el denominador común de la existencia de contratos de la firma
Odebretch financiadas por un banco estatal de Brasil por cifras que pasan los 4
mil millones de dólares.
Y adivinen cuál de esas obras es la
más costosa en monto económico, si pensaron bien, las plantas a carbón de Punta
Catalina en República Dominicana, que costarán según presupuesto de licitación,
es decir sin los imprevistos usuales, la suma de 2,042 millones de dólares, más
del 50% de los intereses de Joao Santana y Odebretch en el resto de los países
donde ha dirigido campañas electorales.
Donde quiera que se mueve este
fantasma de la comunicación política, sus campañas se caracterizan por usar la
manipulación de masas con mentiras fabricadas y martilladas por los medios de
comunicación, para crear percepciones que se fundamentan en ¨verdades de
laboratorio¨ donde los escrúpulos son guardados en los cajones donde llegan los
fajos de billetes que cobra este señor por sus servicios.
Ahora que el asesor principal de
imagen del gobierno del Presidente Danilo Medina tiene nombre y apellido,
gracias a una investigación abierta en su contra por la Policía Federal
Brasileña, bajo la sospecha de haber cometido el delito de lavado de activos a
través de una cuenta abierta en la República Dominicana, es que comenzamos a
entender quien ha sido el cerebro que ha llevado al borde de la división al PLD
y a una confrontación irracional entre su dirigencia, lamentablemente
manipulada y usada para los fines particulares de los intereses económicos que
representa el señor Santana.
Alguna explicación debía tener el
cambio abrupto de posición del Presidente Danilo Medina en su decisión
manifestada en múltiples declaraciones públicas, que circulan profusamente por
las redes sociales, donde advertía que solo iba a gobernar por cuatro años, que
no se iba a presentar a la reelección y que ni siquiera pensaba volver nunca
más.
Danilo, y en el caso de quien escribe
era de los que hablaba de temas delicados con él en el baño de su oficina del
Palacio Nacional, ha modificado su comportamiento y cercanía con los que éramos
sus amigos, pareciera que ese personaje tan diferente al Danilo Medina que
conocimos, ha sido creado por la mano maquiavélica de un asesor de imagen, que
no tiene idea de los factores que tuvieron que unirse para llevarlo a la
presidencia de la República en el año 2012 y no tiene porque tener vinculo
emocional alguno con los que fueron los compañeros de partido del actual
presidente de la República.
Porque solamente a un manipulador
creador de sofismas y mentiras como lo es Joao Santana, se le puede ocurrir
sostener una campaña millonaria de promoción de una modificación a una
Constitución de solo 5 años de antigüedad, sobre la base de encuestas, que nos
imaginamos, debemos aceptar como si las bajan del Monte Sinaí, cual Moisés
moderno con las tablas de los diez mandamientos.
Imaginemos que sea una verdad
absoluta la existencia de las famosas encuestas de Joao Santana, y que este
argumento es válido para reformar la Constitución de este o cualquier país,
entonces ¿qué haremos cuando esas mismas encuestas comiencen a caer en picada
como está ocurriendo en dos países de América Latina muy conocidos por
nosotros?
En Chile, por ejemplo, la Presidenta
Michelle Bachelet, quien no tiene un año de mandato y ganó con una mayoría
absoluta del 54%, está puntuando menos del 30% en las encuestas en medio de una
crisis de credibilidad por acusaciones de corrupción, si las encuestas son las
que validan a los presidentes, entonces nos imaginamos usando la lógica con que
se sostiene el argumento, que en Chile debería darse un golpe de estado para
sustituir al gobierno constitucional y pondríamos a otro Pinochet hasta que las
encuestas favorezcan a algún civil que lo pueda sustituir.
Y que pasaría en Brasil, donde la
compatriota y cliente de Santana, Dilma Roussef, a cinco meses de su reelección
se ha caído en todas las encuestas, bajando su popularidad al 27%, con
manifestaciones en las calles donde se pide su renuncia.
¿Qué haríamos si se extienden los
escándalos de corrupción que afectan la cúpula del PT, incluyendo ahora al
ex-Presidente Lula Da Silva, a la misma presidenta Rousseff y gran parte del
consejo de la empresa energética Petrobras que hoy en día está preso a espera
de juicio?
¿Qué hacemos siguiendo la lógica de
validación por encuestas? ¿pedimos a los militares brasileños que intervengan y
sustituyan a la presidenta porque las valoraciones le dan un porcentaje muy
alejado de la cantidad de votos que obtuvo en las elecciones de este mismo año?
Solo estos dos ejemplos son
suficientes para demostrar que el sofisma creado en la República Dominicana por
la empresa Polis-Caribe, que es quien maneja la imagen y política de
comunicación del actual gobierno, es una manipulación insostenible en cualquier
cabeza donde lo racional se impone al color verde de los dólares
norteamericanos.
Ahora, ¿por qué se emplean los
brasileños tan a fondo en manipular al PLD, partido de gobierno, a sus
funcionarios y militantes para que se dividan en una lucha casi suicida?, por
los intereses económicos multimillonarios que es su único interés.
Hablamos de una suma que sobrepasa
los 2 mil millones de dólares, esta es la cifra por la que se contrató a la
empresa Odebretch para la construcción de las plantas de carbón de Punta
Catalina por parte de la CDEEE.
Es decir, tenemos que dar la razón a
los que plantean que el tema de la reforma constitucional es una lucha por
mantener una serie de negocios cuyas ramificaciones van y vienen desde Brasil a
la República Dominicana y viceversa en aviones propiedad de Odebretch, el
gigante de la construcción brasileño.
En una descripción que hace de Joao
Santana el Periódico Brasileño Último Segundo, este confiesa que lo más difícil
para él es ¨distinguir la línea que separa la persuasión de la manipulación¨.
Se declara un admirador de Napoleón
Bonaparte (solo mide 1metro 68 de estatura) y dice que a veces piensa en cómo
los detractores del mercadeo político lo quieren acusar de manipular a una masa
que cree está compuesta por imbéciles.
Continuara…..
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